Ahora es cuando, dicen, es su oportunidad de pensar, de
analizar las situaciones y de ello hacer una medida y estimar, estimar que tan
comprometido se encuentra su corazón, su sentir, todos sus sentidos.
Ahora es cuando te das cuenta de que no quieres perder nada,
que estás dispuesto a aguantar y aguantar, pero la cabeza y las reacciones te
ganan, y sin darte si quiera cuenta ahí estas, tomando una decisión, eligiendo
un camino.
Ahora es cuando encuentras justificación a tu actuar, a tus
impulsos y que aunque le diste muchísimas vueltas antes, y la cabeza no te
dejaba dormir de la preocupación, sabes que fue el corazón el que mandó, que lo
hiciste con una única explicación: que abandonara la idea de insistir en
aquello que hacía daño, que mostrara sus verdaderas intenciones, que se
apasionara y que cualquier cosa que le dijera no le resultara una molestia.
Siempre es cuestión de tiempo.
Las pocas horas pasan como segundos cuando más quieres un beso o un abrazo. Por
el contrario, cuando menos le quieres cerca, cuando desearías que estuviera a
kilómetros de ti para no matarlo, la sensación de que el reloj no avanza es lo
peor que puede sucederte.
Vivir pensando en el tiempo satura, es vivir al límite
siempre, dentro del límite. Ya no quiero pensar así: hice el cambio de
mentalidad cuando entendí que me hacía daño, que no quería eso para mí y sin
pensarlo despache de mi vida todo aquello que fuera un indicio de que las cosas
seguirían siendo así.
Renové mi entorno y comencé a concebir a la sociedad como
el resto la veía, donde la gente es reemplazable, las amistades son por
conveniencia y no hay nadie en quien se pueda confiar. Las cosas cambian, las
personas se adaptan y solo sobreviven los más fuertes, pero no me acostumbro,
no puedo pensar así, no me nace, no es parte de mi.
Tengo en quienes confiar, a quienes querer por sobre todo. No ponerle cabeza es la solución, avanzar como caballo de victoria, siempre hacia adelante y sin mirar a los lados. El corazón es rey en su tierra..