jueves, 17 de octubre de 2013

Dejando huella.~

Fui feliz, y siento que con cada día que pasa, estoy cada vez más lejos de esa sensación, de aquel sentimiento y aunque he hecho muchos viajes en mi corta vida, el de los últimos nueve meses ha sido por lejos el más largo y el con mayor introspección.

Todos somos diferentes, con afinidades que luego nos unen, pero todos y cada uno un mundo en sí mismos. De ahí que cada cual tenga “motores” diferentes que mueven e impulsan sus vidas. Es tan genuino como valido que así sea. Para algunos será el trabajo, para otros la familia o el dinero o como para mi, el amor; el amar y ser amada, por un príncipe azul, por un gallardo caballero.

A pesar de mis pocas experiencias, sigo creyendo en los cuentos de hadas porque viví el mío propio y fui tratada y llamada princesa.

Toda felicidad tiene su precio y yo ya pagué el mío con una cuota de sanación y sonrisas, con una cuota de dolor y lágrimas, pero no se puede ver el arco iris sin un poco de lluvia.

No viví su amor creyendo que fuera para toda la vida, ni que tampoco podría seguir viviendo sin él, pero sin duda alguna, hacia mis días más alegres, más luminosos. Tal vez no se tratara específicamente de él, pero estoy segura de lo cómoda que me sentía conmigo misma mientras estuve con él y que por lo mismo lo extraño tanto como a mí misma, porque también de eso estoy lejos, tanto que hay días en que duele.

Tengo muy claro todo lo que hice por él y cambio recibí la misma respuesta: “Tú también sabes lo que hice y di por ti”. Aquello no salió de mi cabeza hasta que descubrí la respuesta, porque tengo que reconocer que no la tuve inmediatamente, y es precisamente esta: Días más felices, más llenos de sonrisas, más vitalidad y ganas de vivir intensamente cada momento. Más juicio para tomar decisiones, más coraje y valentía. Mas colores, días más soleados que nublados, más colores, más sentimientos y sensaciones que no había experimentado antes, más libertad. Y no es que antes no hubiera tenido nada de todo aquello, sino que el tan solo hecho de tenerlo conmigo era suficiente para sacar lo mejor de mí y demostrárselo.

Sufrí, sí. Discutimos más de lo que debíamos, sí. No fui lo suficientemente desprendida de mi núcleo, sí. Reconozco mis errores, lo hice también en su momento y di lo mejor de mí por componerlos y recompensarlos. Fui feliz y para mí eso lo valía todo y lo dije: “Yo solo quiero ser feliz contigo”.

Fuimos apasionados, la química sacaba chispas entre nosotros con tan solo un par de miradas encontradas y a pesar de las diferencias, teníamos un punto muy potente en común: lográbamos sacar tanto lo mejor como lo peor de cada uno de nosotros, el apoyo era mutuo y ambos crecimos; pero no fue suficiente.

Nos faltó paciencia, pero nos sobraba complicidad. Nos sobraban ganas, pero nos faltó voluntad. Nos faltó tiempo para un “solo nosotros”, pero nos sobró compañía. Tuvimos sueños y metas cumplidas, viajes y placer.


Como en la vida, tuvimos altos y bajos. Unos días muy arriba y otros muy abajo.
Como en las películas, no tuvimos un gran final feliz. ¡Pero qué gran historia!. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

La gente que me gusta ~ Mario Benedetti.

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. 
Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justiciaA estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía, contagia.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. La gente que lucha contra adversidades.
Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.
Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.