miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ausencia con sabor a tranquilidad .~

Estoy tranquila porque fui agradecida del amor que recibí mientras lo recibí y lo retribuí. Estoy tranquila porque como siempre di lo mejor de mi, desde el alma y con cada trozo de mi corazón desinteresadamente. Estoy tranquila porque aunque se que cometí errores, pedí disculpas de corazón por ellos y así fueron siendo cada vez menos frecuentes. Estoy tranquila porque me entregué a sentir, para bien o para mal, y de no haberlo echo, mi pesar ahora sería aun mayor. Estoy tranquila porque me mantuve firme ante todo aquello que quiso derribarme e impedir mi felicidad, aunque a veces solo fuera momentánea  Estoy tranquila porque se que hice lo correcto, tal vez no de la mejor manera producto de la rabia y la impotencia de la que siempre soy ciega y descontroladamente victima, pero sigo aquí, poniéndole el pecho a las balas. 

Estoy tranquila, aunque duele y duele más de lo que debería. Estoy tranquila aun cuando hay momentos en los que no logro contener mis lágrimas.  

lunes, 24 de septiembre de 2012

El lenguaje del amor está en los ojos.~

Nadie entiende la dureza y sensibilidad de un alma hasta que escucha la historia que hay tras aquel cuerpo. Juzgamos por las apariencias la mayoría del tiempo para mal, pero hay un porcentaje probablemente más pequeño que lo hace para bien. El que sonría no necesariamente significa que todo conmigo esté bien o sea completamente feliz. 

Los dolores son del alma, no se ven, ni son posibles de descubrir viendo las expresiones faciales de alguien, en una básica comparación en relación a si su sonrisa es más grande o pequeña desde la última vez que lo viste. Y aunque la célebre frase dice que el cuerpo es el reflejo del alma, lo que es tan real como que existimos, son los ojos el único lugar del universo en el que se puede leer una historia, una memoria, un mensaje que no está siendo dicho con palabras. Si conoces verdaderamente esos ojos, sabrás cuales son los males que atormentan aquella vida, sus fantasmas, incluso sus grandes heridas.


Darse el tiempo de conocer a alguien, a un amor, a un amigo, es tener la valentía de aprovechar la oportunidad maravillosa de conocerse un poco más a uno mismo. Si ahí, en azules, amielados o verdes rincones de cristalinidad no encuentras las respuestas necesarias que te satisfagan, entonces pregunta y si aun así no las hay entonces insiste, un poco de presión siempre ayuda. Darse por vencido jamás, agachar la cabeza nunca es una opción. Da siempre lo mejor de ti y verás que solo recibes alegrías, se cosecha lo que se siembra.