Siempre
he preferido el papel. Me
trae buenos recuerdos, me habla del pasado, de cuando tenía la capacidad
inquebrantable de dejar plasmados los sentimientos en cualquier lado apenas
nacieran, de cuando mandar una carta era el gesto más romántico que pudieran
tener con uno.
Recibir una carta de puño y letra de quien se ama es cosa ya de
otro mundo, son pocos los que lo hacen, pero son detalles que enamoran y quien
ama de corazón y profundamente, no pone límite al fluir de sus emociones, son
comunes estas manifestaciones. Son parte de un fluir de pasiones, como muchos
otros, que maravillan a un enamorado corazón. Los sobre nombres cariñosos, las
lindas palabras, los buenos días, las buenas noches. Un arreglo de perfumadas
flores, una caja de bombones, una sorpresa cuando menos se espera, un beso
robado, una caricia en el pelo, una mirada sostenida acompañada de una gigante
sonrisa. Una llamada, un mensaje, una inesperada visita para dormir acompañada,
un profundo y sentido “te amo” al oído..
Tengo un palpitante corazón enamorado de esos detalles,
enamorada del amor, de estar enamorada. Tengo un corazón sensible, afortunado,
benevolente. Tengo un corazón dañado en espera constante de terminar de ser
reparado, y aunque a veces despierto y pienso que no quiero levantarme para
evitar sentir los efectos depresivos de la rutina, tengo un alma fuerte,
guerrera. Respaldada por un espíritu aventurero, entregado a la vida, a vivir
lo que sea y cuando sea.
Soy una pequeña gigante derribada muchas veces pero
sigo aquí. No me he ido a ningún lado y tampoco lo haré y aun cuando he prescindido
muchas veces de arrancar incluso de mi misma, no me he abandonado y nunca lo
haré, así sea lo último que haga.
Amo la vida, las que no han llegado y vendrán y amaré aún más y por siempre a quien con su presencia o su recuerdo me haga sentir infinitamente viva.