Estuve siempre, sin importar cuán
doloroso o triste fuera, cuan divertido o feliz fuera, cuanto esfuerzo requiriera o cuán difícil, fácil o
serio fuera, mi respuesta fue “Siempre, por el amor incondicional que le tengo”.
Si quiero tanto a su familia,
como si fuera parte de la mía, es por lo tanto que le quise a él. Si cuide
tanto de mi misma y de nosotros es por lo tanto que le quise a él y por el
miedo a perderle y si sufrí tanto es nada más que proporcional al amor que
sentí por él. Mi felicidad fue medida en el amor, dedicación y entrega que
mostró por mí y así también yo por él.
No importa todo lo malo que haya
pasado entre nosotros, ya es pasado. El rencor ya me enfermó una vez y no
guardarlo es una lección que ya aprendí hace unos años atrás y un error que no
volveré a cometer. Todo ello está olvidado, está sanado, aunque ninguna actitud
mía durante o después justificara por nada del mundo aquel dolor que tampoco lo
justifica ahora, mucho menos después de todo lo que ha pasado en los últimos meses
aun después de separados. He actuado con altura de miras, con la madurez
necesaria, como una dama, incluso como una amiga, con respeto y educación y a pesar del tiempo solo yo sé si también movida por algo de amor, pero por ser precisamente la última vez, no diré si ha sido por amor o
no, porque a pesar de que el día anterior a volar al otro lado del mundo se
paró frente a mí y no por obligación si no por sentimiento dijo “Te amo” yo no
tuve ni razones ni motivos suficientes para responder “Yo también”.
Si hice todo lo que hice, si he
hecho todo lo que he hecho es nada más que por el amor que sentí por él, por
haberme hecho parte de su vida y de su historia, por haberme dado algunas de
sus primeras veces y aunque ya no tengo la seguridad de antes sobre aquello que
gritan sus ojos y su boca no dice, me basta con sentir que aquellos lindos
verdes fueron reales conmigo alguna vez antes aunque para los demás se
demuestre lo contrario; me basta con saber que alguna vez y no hace mucho
tiempo atrás aquellos tan transparentes y dulces ojos sentían amor y decían:
“Te amo. Te deseo. Me gustas.” ¡Qué lejos estamos de aquella tan perfecta triada!
Nada de todo ello fue producto de
mi imaginación, ni de mis mejores sueños hechos realidad, fue la vida misma enviándome
un regalo en su momento y ahora enseñándome una lección, otra lección. Hubo muchas
lindas palabras, muchos lindos recuerdos que probablemente ni aunque quiera
pueda borrar de mi memoria, pero que sepa que aunque la responsabilidad de que
las cosas salieran mal fue de los dos y compartida, su error tuvo el precio más
alto.
Tengo la ferviente intención de
desearle todo lo mejor del mundo y lo hago, lo haré siempre, pero como el mismo
alguna vez dijo y estuve de acuerdo, todo aquello no sirve de mucho si no
tienes a tu lado a alguien que te empuje por tus sueños y que disfrute de tus
logros y sufra con tus derrotas. Los grandes amores, las mejores personas, los
buenos amigos y la indispensable familia, son los que sin importar qué esté ocurriendo en tu
vida, están contigo. “Prometo amarte y respetarte, serte fiel, en lo prospero y
en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza..”
De ahí en adelante es cosa de Dios y del destino saber si será “Todos los días de
mi vida” o “Hasta que la muerte nos separe”. Parece exagerado para una simple y
corta relación, pero quiero creer que además de mi aun quedan quienes sin
importar el nivel de compromiso que otorguen a sus relaciones interpersonales, esta
es la mejor definición de AMOR INCONDICIONAL que conozco y practico.
Tengo una idea de >Gran Hombre< y
creo que no es precisamente el que llega más alto, ni el que tiene más dinero o
vive rodeado siempre de mujeres, tampoco el más lindo, sino aquel ser humano lleno de
transparencia, que no oculta sus verdaderos sentimientos refugiándose en vicios.
Es el que abre su corazón sin rechazar la realidad por cobardía, es quien admira a una mujer
por sus cimientos morales y grandeza interior. Es el que camina de frente, sin
bajar la mirada, que no miente y sabe llorar su dolor sin que le importe lo que
digan los demás. Es quien simplemente nunca te hizo llorar y si lo hizo fue de
felicidad y orgullo, es quien te hace sonreír por lo mucho que han logrado
juntos, por todos sus recuerdos, por cada alegría que comparten y por todo
aquello que llenó y unió sus vidas.
Eres grande no solo cuando
triunfas, sino cuando eres capaz de abrir caminos a otros construyendo puentes.
Y yo colaboré para que los demás sonrieran mientras yo lo hacía también.
Así que no obligues a nadie a quererte,
mejor oblígalos a irse, porque para decir ''hola'' a la persona correcta debes
decir ''adiós'' a la persona equivocada. Ignoramos a quien nos quiere, queremos
a quien nos ignora, amamos a quien nos hiere y herimos a quien nos ama. Quien
insista en quedarse, es quien realmente te quiere.
Ama a la persona que te vio
cuando eras invisible para el resto. Siempre seremos para alguien, la persona
correcta que conocieron en el momento equivocado. El tiempo te va demostrando
quienes valen la pena y quienes no, quien no te busca no te extraña, quien no
te extraña no te quiere.
Cuando estás arriba, tus amigos
saben quién eres. Cuando estás abajo, tú sabes quienes son realmente tus
amigos. No dependas de nadie en este mundo, porque hasta tu sombra te abandona
cuando estás en la oscuridad. Aprende a apreciar lo que tienes antes de que el
tiempo te enseñe a apreciar lo que tuviste.
Siempre es preciso saber cuándo
se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del
tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Éste, es el momento
de dejarle ir, porque no se puede estar en el presente
añorando el pasado, ni siquiera preguntándonos porqué. No podemos ser niños eternos, ni
adolescentes tardíos, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a
nosotros. En la vida hay que aprender a perder y a ganar. Hay que vivir
sólo lo que tenemos en el presente, el pasado ya pasó. La vida está para adelante, nunca
para atrás. No se puede andar dejando "puertas abiertas", por si
acaso. No, no vuelven, porque ya no eres el mismo que fuiste hace dos días,
hace tres meses, hace un año, ya no encajarás allí, en ese lugar, en ese
corazón, en esa habitación, en esa casa. Por lo tanto, no hay nada a qué
volver. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque
en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es un trabajo personal
aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar
ir. Porque sí, duele.
Que sepa que con esto no busco ni
reconocimiento ni gloria, mucho menos las gracias, porque todo lo dicho, echo y
demostrado fue desinteresado. Fue amor, fue por amor. Y si lo escribo es por dejar
la huella de mi espíritu en su alma y en su vida; ya dijeran: “No vivas para que tu presencia se note,
sino para que tu ausencia se sienta”.
Adiós y hasta siempre.